Los directivos y los verdaderos dueños de Comunicore tuvieron información privilegiada y se prepararon con meses de antelación para negociar la deuda de S/. 35.9 millones con la Municipalidad de Lima. Miguel Garro y Álex Montoya –acusado de lavado de dinero y de narcotráfico– esperaron pacientemente para concretar el “golpe”. Esta investigación de Daniel Yovera, publicada hoy en Diario 16, así lo revela.


Escribe: Daniel Yovera

Miguel Garro Barrera y Álex Montoya Agüero, los propietarios reales de Comunicore, sabían desde un inicio que tarde o temprano la Municipalidad de Lima les pagaría a ellos la deuda de S/. 35.9 millones que los gerentes municipales de Luis Castañeda y la empresa Relima negociaban en el año 2005.

Su aparición en esta historia –20 de diciembre de 2005– no fue ninguna sorpresa. Con varios meses de anticipación, Garro y Montoya planificaron las acciones que iban a seguir. Abrieron las cuentas y esperaron pacientemente medio año para concretar lo que sería el negocio más grande de sus vidas.

Por eso, para cuando la Municipalidad de Lima ya había llegado a un feliz acuerdo con Relima para la ejecución del cuantioso pago, Relima le vendió “sorpresivamente” su deuda a Comunicore. Todo según el plan.

Álex montoya agüero / foto: diario16

Miguel Garro (gerente administrativo financiero de Relima) y Montoya Agüero (sindicado por la Dirandro como exportador de cocaína para cárteles mexicanos y colombianos) habían adquirido Comunicore varios meses antes, a fines de julio de ese mismo año. Era una razón social literalmente en quiebra. Ellos la remozaron, se instalaron en una oficina de Miraflores, y se sentaron, pacientes, a esperar el gran bailongo.

Enseguida, durante la segunda semana de agosto, los flamantes directivos de la empresa otorgaron poderes a su presidente de directorio, Santiago Ruiz Contreras, para que pueda cobrarle a la Municipalidad de Lima la deuda que Relima les iba a vender.

Así como se lee. Medio año antes de hacer su aparición en sociedad y presentarse ante los gerentes más respetados de Luis Castañeda para decirles: “ahora soy dueño de la deuda”, los directivos de Comunicore ya sabían lo que pasaría.

¿Cómo era posible? ¿Por qué estaban tan seguros de que la gestión de Castañeda acabaría depositando en sus cuentas aquel botín de casi S/. 36 millones?

dos negociaciones paralelas

Para Relima, el año 2005 no fue solo el de la negociación del pago de su deuda con la Municipalidad. Ese mismo año, y en paralelo, la transnacional brasileña también negociaba con la comuna limeña un asunto más importante y de mayor envergadura. 

Relima y la administración de Castañeda estudiaban ese año la renovación del contrato de concesión para la limpieza de la ciudad, por diez años más. El contrato vencía en octubre de 2005 y Relima deseaba renovarlo hasta el 2015.

Renovar dicho papel era mucho más importante para Relima que cualquier otra cosa, pues el acuerdo le reportaba ingresos anuales por S/. 55 millones. Si lograba extenderlo, para el 2015 sus ganancias serían de más de S/. 550 millones.  

Las gestiones para lograr la extensión del contrato empezaron desde enero, meses antes de su vencimiento. El 9 de febrero, Relima ya le había envido una carta al alcalde Luis Castañeda expresándole su interés por renovar el acuerdo.

Ambas negociaciones -la mayor, relativa al contrato, y la menor, la del pago de la deuda- se activaron casi en paralelo y corrieron por caminos semejantes.

En julio, Relima y el municipio acordaron que el monto a pagar por la deuda, en un plazo de diez años, era de S/. 35’941,464.

miguel garro / foto: diario16

El 4 de agosto ocurrieron, en simultáneo, dos cosas muy importantes. Por el lado de la deuda, Miguel Garro –como gerente administrativo de Relima– le dio el “ok” al municipio: esa sería la cantidad, a pagar en diez años.

El mismo día, por el lado del contrato, el pleno de regidores y el alcalde Castañeda aprobaron el Acuerdo de Consejo No 245, que renueva el contrato a Relima hasta octubre de 2015. El acuerdo se firmó ese mismo día, sin ninguna demora.

Una vez superado el asunto más grande, Relima y el municipio pasaron a concentrarse en la negociación menos complicada: la deuda.

El 13 de setiembre, el gerente general de Relima, el brasileño Odilón Gaspar –uno de los investigados por presunto lavado de activos– le envió un oficio a sus pares de la municipalidad con algunas “condiciones específicas”.

Entre ellas, la siguiente: “la Municipalidad autoriza, desde ya, a nuestra institución para que de creerlo conveniente podamos ceder total o parcialmente los derechos de cobro a terceras personas bastando para ello que lo comuniquemos a la Municipalidad identificando al tercero adquiriente de dichos derechos”.

¿Era acaso una anuncio de que una tercera empresa entraría en algún momento a tallar?

Ese mismo día, 13 de setiembre, el gerente financiero de la Municipalidad, Juan Blest García, le propuso a la administración edil una reestructuración de las deudas que la Municipalidad de Lima mantenía con el sistema financiero, y solicitó para ello un Acuerdo de Consejo que lo autorizara a pedir créditos para pagar tales acreencias.

El 21 de setiembre, las comisiones de Asuntos Legales y de Asuntos Económicos y de Organización de la comuna aprobaron el pedido de Blest para solicitar préstamos al Banco de Crédito e Interbank, por S/. 47 millones y S/. 40 millones respectivamente. El total: S/. 87 millones. El Acuerdo de Consejo fue aprobado y suscrito el 26 de ese mes por el alcalde Castañeda y el secretario general del municipio, José Danós Ordóñez.

Este último funcionario es, por cierto, esposo de la vocera “solidaria” y hoy candidata a teniente alcaldesa, Patricia Juárez.

Ojo, estos préstamos fueron aprobados únicamente para pagar otros préstamos bancarios. Nunca se dijo que de allí saldría el dinero para pagar la deuda a Relima. O a un tercero.

Después se sabría que el grueso del dinero que se depositó en las cuentas de Comunicore salió de los S/. 40 millones solicitados a Interbank.

Así es como se llevaron a cabo, en paralelo, las dos negociaciones que, según han dicho sus protagonistas, beneficiaron a ambas partes.

todo estaba planificado

En tanto todo ello sucedía, Miguel Garro –quien “dobleteaba” en Relima y en Comunicore– y Álex Montoya –hoy buscado por la Dirandro– se prepararon para dar el “golpe”.  

Primero, como hemos visto, invistieron de poderes al presidente del directorio de Comunicore para poder tener parte en el asunto de la deuda.

En sesión de directorio del 15 de agosto de 2005, el directorio integrado por Santiago Ruiz Contreras, José Luis Pinillos Broggi –primo político de Luis Castañeda– y el gerente general, Henry Brachowicz Vela aprobaron la firma de un contrato de cesión de derechos de deuda con Relima. Se referían al contrato del 20 de diciembre de 2005, con el cual le cedieron los derechos de la deuda a Comunicore. Los tres –Ruiz Contreras, Pinillos Brogg y Brachowitz– son investigados por lavado por la Unidad de Inteligencia Financiera.

Lo segundo que se aprobó fue la designación de Ruiz Contreras como el que firmaría dicho contrato. Finalmente, le otorgaron al mismo directivo facultades para que “suscriba, en representación de la empresa (Comunicore) toda documentación, contrato privado y/o público, negociación extrajudicial, notarial, arbitral ante las autoridades municipales, que conlleve a la ejecución del contrato y del cobro de la deuda de la Municipalidad de Lima a nuestro favor”.

Todo quedó consignado en el Acta de Directorio No 01 de Comunicore

poder otorgado por comunicore a ruiz contreras para cobrarle a la municipalidad / diario16

¿Cómo sabían en Comunicore, en agosto de 2005, que se verían las caras con los gerentes del municipio de Lima en los últimos días de diciembre de ese año? ¿Con qué tipo de información clasificada contaban para haber podido adelantarse a los hechos y dar por sentado que el gobierno metropolitano les pagaría todos esos millones? 

Quizá tenían una bola de cristal.

O quizá alguien al interior de la gestión municipal lo hizo posible. ¿Fue así? Aún no se sabe. Se supone que el Poder Judicial está investigando los hechos y estableciendo responsabilidades penales.

Pero un hecho es cierto.

Como ha revelado la revista PODER, el gerente brasileño de Relima, Odilón Gaspar Amado, ha confesado ante el juez que ve el caso de corrupción que si bien el millonario pago fue organizado por él y Miguel Garro, la información que les permitió organizarlo les fue proporcionada por Juan Blest, el gerente financiero de Luis Castañeda.

“Garro me dijo que la Municipalidad de Lima iba a cancelar la deuda pendiente con nuestra empresa. Había una propuesta de pago en diez años que yo presenté al directorio (de Relima), pero omitió decir que Garro también me había contado que el municipio tenía la intención de pagar en una sola partida. Según él (Garro) la información vino por Juan Blest. Entonces, vimos la oportunidad de hacer un negocio”, dijo Odilón Gaspar en el juzgado, como ha informado PODER.

Esta confesión resulta ahora sumamente reveladora, pues a partir de ella se podría presumir que Blest no sólo se habría dedicado a “honrar una deuda”, sino también a hacer posible una operación que, de acuerdo con la UIF, sirvió en parte para “blanquear” dinero sucio.

¿Por qué tanto interés y velocidad en Blest? Este alto ejecutivo forma parte de un grupo selecto de gerentes que desde 1978 trabaja al lado de Luis Castañeda Lossio.

En las instituciones que al exalcalde le tocó presidir, Blest estuvo allí como el experto de las finanzas: ha sido, siempre o casi siempre, su “gerente financiero”.

Con aguda deducción, sostiene PODER: “Ahora, gracias a la declaración del ejecutivo brasileño, sabemos que el dato clave para el negociado salió del entorno de Castañeda”.

Y también sabemos que el negociado se gestó no en diciembre de 2005. Se empezó a cocinar desde varios meses antes.

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