La reunión entre Daniel Figallo y tres fiscales –uno de ellos, el encargado del caso La Centralita– ha provocado un encontrón entre el ministro de Justicia y el fiscal supremo penal Pablo Sánchez. Sin embargo, lo que no saben ambos es que han hecho un relato certero de los hechos, y el llamado ahora a completar la historia es el fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia.


POR DANIEL YOVERA

El encontrón entre el ministro de Justicia, Daniel Figallo, y el fiscal supremo Pablo Sánchez, surgió anoche, después de que el miembro del Ejecutivo declarara que se reunió en julio pasado con dos fiscales superiores y uno provincial –este último, a cargo de las investigaciones del caso La Centralita– porque recibió un pedido del magistrado Sánchez para recibirlos. 

Este respondió alegando, incómodo, que Figallo mentía. “Miente, yo no le he pedido que reciba a los fiscales que ven el caso La Centralita”, dijo anoche Sánchez. Hoy, al mediodía, el ministro insistió en su posición inicial y agregó que podía probar con registros de llamadas que el requerimiento de reunión sí provino de la Fiscalía de la Nación. Y es cierto.

Pero ello no significa que Sánchez mienta. Más bien, todo indica que ambos han dicho la verdad. 

Lo curioso es que quien debería rematar esta historia incompleta es quien hasta ahora no se ha pronunciado: el fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia. Un acercamiento a los hechos, tal cual ocurrieron, permiten concluir que el choque entre Figallo y Sánchez habría sido innecesario. Pero también ha permitido conocer otras circunstancias hasta ahora ignoradas. Esta es la historia.

ENCUENTRO EN LA ACADEMIA

El fiscal supremo Pablo Sánchez y el ministro de Justicia, Daniel Figallo, se encontraron el 16 de julio de 2014 en un evento en la sede de la Academia de la Magistratura (AMAG). Ambos habían sido invitados a una conferencia por el 20 aniversario de esta institución, en la que disertaría el magistrado del Tribunal Constitucional Eloy Espinoza Saldaña. 

Al final de la misma, aproximadamente a las 7:30 de la noche, Sánchez aprovechó la ocasión para comentarle a Figallo uno de los temas que le preocupaban al Ministerio Público.

Eran las quejas, ya públicas y reiteradas, del colaborador eficaz 001 del caso La centralita, quien en los días anteriores había denunciado maltratos de la Fiscalía y había amenazado con abandonar el programa de protección a testigos en reserva.

Desde ese día, y hasta el 20 de julio, el fiscal Pablo Sánchez estaba encargado del despacho de fiscal de la Nación, por un viaje a México del titular Carlos Ramos Heredia.

El encargo se había oficializado ese mismo 16 de julio en el diario oficial El Peruano, cuando salió publicada la Resolución 058-2014, firmada por Ramos, que le encargaba a su colega supremo las funciones de fiscal de la Nación por los días 16 al 20 de julio.

Temprano, aquel día, Sánchez Velarde había visto las noticias y había advertido las denuncias del colaborador eficaz 001, y entonces le solicitó a la fiscal superior Rosario López Wong, coordinadora de la Unidad Central de Protección y Asistencia a Víctimas y Testigos de la Fiscalía, que le informe qué estaba pasando. Así lo hizo López.

Por eso, con el conocimiento de los hechos y para evitar que la situación desbordara, Sánchez aprovechó la presencia de Figallo en la Academia de la Magistratura y hablaron del problema y de lo que le había contado horas antes la fiscal López Wong.

“Charito, claro que la conozco”, le habría respondido Figallo para agregar: “dile que vaya mañana a mi despacho”. Y así ocurrió. El interés de ambos era, en ese momento, evitar que el primer colaborador eficaz de La Centralita pateara el tablero.

Sin embargo, al día siguiente, 17 de julio, López no fue sola al Ministerio de Justicia; llegó con el fiscal provincial del caso, Marco Huamán, y con el jefe de éste, el fiscal superior coordinador de las fiscalías anticorrupción Gustavo Quiroz. ¿Cómo así aparecieron los otros dos visitantes?

LA REUNIÓN DEL DÍA 17

“No es normal que hayan venido (los fiscales) pero fueron recibidos por una política de puertas abiertas del Ministerio de Justicia”, dijo una fuente con conocimiento pleno de los hechos a este portal.

En aquel momento, los fiscales del caso y los procuradores chocaban por la situación del colaborador 001. En la Procuraduría consideraban que el tipo y su familia eran hostigados y el lugar en el que vivía no tenía las condiciones de salubridad mínimas; a los fiscales, por el contrario, les irritaba que el personaje se excediera en sus demandas de alimentación y hasta en “vanidades”, olvidando que se trataba, finalmente, de un procesado.

Ello se abordó en la reunión, que duró poco más de 45 minutos. Principalmente expusieron los fiscales superiores Rosario López y Gustavo Quiroz. Casi al final Figallo habría dirigido la mirada al fiscal Huamán y habría preguntado: “¿y quién es el doctor?”. Cuando supo que era el fiscal del caso, según relatan fuentes que conocen este pasaje, el ministro le habría dicho: “menudo trabajo le espera a usted”. Y siguieron refiriéndose al asunto del colaborador.

Se dialogó, además, sobre cómo debiera ser la política de colaboración eficaz, la seguridad de los colaboradores y sus familias, y quién debería estar a cargo del contacto con los testigos. Los fiscales reclamaron ser ellos los únicos facultados para interrogar y tratar con los colaboradores, no los procuradores.

Pero, ¿por qué estuvo presente el fiscal anticorrupción Marco Huamán, quien más bien debería guardar la reserva de un caso delicado como La Centralita?

Este magistrado titular fue convocado a la cita por su coordinador, el fiscal superior Quiroz, y según fuentes de su entorno, a él le pareció importante acudir para exponer su versión del impasse que en torno al testigo había surgido con la Procuraduría. 

Y es que Lamula.pe ha podido conocer que Quiroz ya venía efectuando, por su cuenta, coordinaciones para conseguir una cita con el ministro y darle cuenta de los problemas surgidos con el colaborador, y probablemente también de los primeros encontrones con la Procuraduría Anticorrupción.

Pero, ¿con quién efectuaba Quiroz dichas coordinaciones? No lo hizo con Pablo Sánchez, y este fiscal supremo así se lo dice a este portal: “Quiroz nunca coordinó conmigo ese tema”.

Ello tendría lógica porque Sánchez se hizo cargo de manera temporal de la Fiscalía de la Nación el mismo día en que le relató a Figallo la preocupación de Rosario López Wong. Entonces, ¿con quién coordinó?

LA VERSIÓN DE FIGALLO

Este mediodía, el ministro Figallo aseguró en conferencia de prensa haber recibido llamadas en su despacho desde la Fiscalía de la Nación. 

“Mi secretaria me dice que esa reunión era por encargo del jefe, ¿y quién es el jefe? El fiscal de la Nación”, afirmó Figallo.

Pero Sánchez, que recién se había sentado en el despacho de Ramos el mismo día en el que se encontró con el jefe de la cartera de Justicia, asegura que nunca conversó con Quiroz sobre la reunión.

Sánchez supone que las coordinaciones “ya venían desde antes”. Y entonces, las mismas habrían sido hechas con el fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia. 

“Ahora que ya está claro en qué fecha recibí la encargatura del despacho de fiscal de la Nación ([16 de julio], entonces puedo decir que la reunión ya estaba pactada, ya lo tengo claro”, sostiene Pablo Sánchez.

Por su parte, en su conferencia, Figallo sostuvo que puede probar con el registro telefónico que sí recibió llamadas desde la Secretaría General de la Fiscalía de la Nación.

Es decir, ambos, hoy en conflicto, habrían hecho afirmaciones coherentes.

Todo indica que con Sánchez, o sin él, la reunión se habría concretado de todas formas. Lo que ocurrió fue que ambas cosas –las gestiones de Quiroz y la conversación entre Sánchez y Figallo– ocurrieron casi en simultáneo. Pero, en rigor, ninguno de los dos habría mentido. Más bien, quien no ha dicho hasta hoy nada es Carlos Ramos Heredia.