Por Juan Carlos Ortecho
El 11 de octubre del 2013, en una ceremonia en el hotel Westin Harbour Castle de Toronto, Canadá, la Organización Deportiva Panamericana (Odepa) otorgó a Lima la sede de los XVIII Juegos Panamericanos. La postulación exitosa fue la culminación de un trabajo de tres años liderado por el Comité Olímpico Peruano (COP) y el Instituto Peruano del Deporte (IPD), que contó con el concurso del Gobierno central así como de la Municipalidad Metropolitana de Lima. Sin embargo, el trabajo más complicado todavía quedaba pendiente: tener a la ciudad lista para recibir a 6.000 atletas y, en los cálculos más conservadores, unos 150.000 visitantes.
Para una ciudad que parece irremediablemente secuestrada por el caos urbano, esta tarea parece especialmente difícil. Las proyecciones del INEI indican que, para el 2019, la conurbación de Lima Metropolitana y el Callao tendrá una población aproximada de 15 millones de habitantes y un parque automotor de 3 millones de vehículos. Frente a esta realidad, y para que Lima no palidezca en comparación con los ejemplos de Guadalajara 2011 y Toronto 2015 —las dos sedes de los Panamericanos que preceden a la nuestra—, muchas cosas deben cambiar. Tal y como la conocemos, Lima no está preparada para albergar un evento deportivo de la magnitud de los Panamericanos.
Si bien se ha conformado un comité organizador —liderado por el COP e integrado por miembros del Gobierno y de la Municipalidad de Lima— que ha alcanzado avances importantes en la planificación y construcción de la infraestructura deportiva necesaria para la realización de los juegos, hay aspectos que recaen sobre la próxima gestión metropolitana de Lima, la empresa privada y la participación ciudadana, que no tienen un panorama específico definido. La ciudad todavía no está articulada como conjunto —funcionarios del Gobierno, empresarios y ciudadanos— frente al reto de ser anfitriona del certamen deportivo más importante en la historia del país.
LO QUE LE TOCA A LA CIUDAD
En ese contexto, quienes tengan a su cargo el gobierno de la ciudad de Lima durante el período 2015-2018 tienen la responsabilidad de preparar a la metrópoli con medios de transporte y comunicación, así como facilitar aros viales que permitan recibir adecuadamente a los cientos de miles de visitantes que llegarán en las dos semanas que duran los juegos.
Todos los expertos y funcionarios consultados para este informe coinciden en que para cumplir este objetivo es esencial que se tenga como prioridad la regeneración urbana de varios puntos de la ciudad, gracias a la habilitación de nuevos espacios públicos, la construcción de nueva infraestructura y el mejoramiento de la que ya existe. Todos coinciden también en que se trata de una oportunidad única para transformar a la capital y dotarla de los medios y servicios necesarios para revertir la anarquía que impera en ella.
Solo un candidato a la alcaldía de Lima en las elecciones municipales (Fernán Altuve, de Vamos Perú) se refirió en el debate electoral específicamente a la importancia de la realización de los juegos en el 2019. Más aún, una rápida revisión de los planes de gobierno de los principales candidatos al sillón municipal revela que, en la mayoría de los casos, el evento deportivo más importante del continente no merece atención especial.
En el caso del candidato Luis Castañeda, de Solidaridad Nacional, no hay una sola referencia al evento que debe transformar nuestra ciudad, ni en sus esporádicas presentaciones en público, ni en su plan de gobierno. Por otro lado, en el plan de 123 páginas presentado por Diálogo Vecinal, de la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán, sí se menciona hasta en siete oportunidades los Juegos Panamericanos y se ofrece un esbozo de cómo el desarrollo urbano debe tener en cuenta la realización del evento. No obstante esto, la partida presupuestal contemplada para la ejecución de infraestructura destinada a los juegos (120 millones de soles) se ve como un sencillo en comparación con lo que la provincia de Ontario está invirtiendo en el mismo rubro (800 millones de dólares) para Toronto 2015.
Hay que tener en cuenta que el presupuesto anual de la Municipalidad de Lima es de 1.400 millones de soles, mientras que solo el gasto para la organización de los Juegos de Toronto asciende a 2.400 millones de dólares, es decir, casi cinco veces lo que se invierte en toda la ciudad de Lima anualmente. No son las únicas cifras que nos hacen ver como unos enanos frente a la ciudad canadiense. Según su propio Gobierno, ellos cuentan con una capacidad hotelera de 35.000 camas. Mientras tanto, en Lima y Callao, según el Mincetur, a duras penas llegamos a las 8.000 camas, y esto considerando a los hostales de tres estrellas, que probablemente muchos turistas de países desarrollados no encontrarían adecuados para sus estándares. Solo la Villa Panamericana, que Toronto está construyendo para el evento a un costo de 1.000 millones de dólares, tendrá capacidad para albergar a 10.000 atletas —más que toda la oferta hotelera de Lima— y será transformada en un complejo de viviendas después de los juegos.
HOMBRES TRABAJANDO
Para ver de cerca qué se ha estado haciendo desde la Municipalidad Metropolitana de Lima desde que la Odepa nos otorgara la sede de los Juegos Panamericanos en octubre del 2013, nos acercamos al teatro La Cabaña en el Parque de la Exposición de Lima. Ahí, no muy lejos de las colas del Corredor Azul, pero aislados del ambiente politizado de la contienda electoral por el sillón municipal, un grupo de técnicos nacionales y extranjeros, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos trabajan en el llamado PLAM 2035 (Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano de Lima y Callao 2035), una iniciativa que busca generar propuestas para hacer de Lima y Callao un espacio urbano más ordenado y con mejor infraestructura.
“Para Barcelona 92, nosotros supimos aprovechar la oportunidad”, dice el arquitecto español Marc Montlleó, consultor del PLAM 2035. Montlleó, quien ahora trabaja para Barcelona Regional, una agencia pública que se ocupa de plantear estrategias de desarrollo urbano en la ciudad catalana, también dice que la transformación de Barcelona —como, por ejemplo, girar la ciudad hacia el mar— y la exposición como destino turístico que alcanzó, muy difícilmente se hubiera logrado en tan poco tiempo sin la realización de los Juegos Olímpicos de 1992. “Hubiera sido mucho más costoso, en tiempo, en procesos, y la Olimpiada lo facilitó”, concluye.
El PLAM 2035, una iniciativa de la actual gestión de la Municipalidad Metropolitana de Lima, tiene a su cargo varias mesas de trabajo orientadas hacia la planificación del crecimiento y del desarrollo urbano de la capital. Una de estas mesas de trabajo tiene en cuenta que los Juegos Panamericanos del año 2019 no solo deben ser vistos como un motivo para poner a Lima en los ojos del continente, sino también como una excelente oportunidad para transformar algunas zonas estratégicas de la ciudad y mejorar sus condiciones de vida.
En el contexto de esta visión, la propuesta del PLAM 2035 reserva un rol protagónico al desarrollo y ejecución del Sistema Integrado de Transporte (SIT), cuyo primer paso —la implementación del Corredor Azul— ha sido tan resistido y criticado por los ciudadanos de Lima. En la propuesta del PLAM 2035, el 40% de las sedes (56% de las disciplinas deportivas) deben estar directamente atendidas por líneas de metro, la línea 1 (en funcionamiento) y la línea 2 (obra proyectada a culminarse en el 2019 y que conectará el este de la ciudad con el puerto de El Callao). Adicionalmente, con todos los medios de transporte público disponibles del SIT y los corredores complementarios, de los cuales el primero es el Corredor Azul, se podría atender el 75% de las sedes (88% de las disciplinas).
“Para las sedes no atendidas por los medios de transporte, se implementarán, dos horas antes y después de los eventos deportivos, buses especiales que estarán conectados con la estación de metro más cercana”, explica el arquitecto José García Calderón, coordinador técnico del PLAM 2035.El PLAM 2035 también entiende que, para un evento de la magnitud de los Panamericanos, el transporte privado debe ser más fluido. Para eso, se contempla contar con nueva infraestructura a través de tres anillos viales que tendrán la función de facilitar, optimizar y dinamizar la circulación. “Gracias a estos anillos, las personas ya no tendrán que pasar por el centro de la ciudad sino que la rodearán”, dice García Calderón.
Otra parte importante de la propuesta del PLAM 2035 se concentra en la necesidad de recuperar zonas deterioradas de la ciudad y reconoce en los Juegos Panamericanos una oportunidad de acelerar la dinámica de desarrollo urbano en estos lugares, proyectando, por ejemplo, que la Villa Panamericana no debería ser periférica, como un satélite de la ciudad, sino ubicada en la zona central de esta. Para ello, se pretende aprovechar el eje del río Rímac y existe la propuesta de construir la villa en el cuartel Hoyos Rubio.
“La habilitación de espacios en esa zona servirá como catalizador para recuperar el Río Rímac en su totalidad, lo que a su vez servirá para que el río deje de ser visto como un espacio marginal y degradado”, indica el arquitecto García Calderón.
ASUNTO DE INTERÉS NACIONAL
Mientras vemos cómo Toronto avanza hacia los Juegos Panamericanos con la mayor inversión de la historia y se prepara para recibir a un cuarto de millón de visitantes, en nuestro país se han dado algunos pasos importantes en términos de infraestructura desde el IPD y el COP. A principios de mes, comprobamos que, gracias a una inversión de 162 millones de soles financiada con recursos del IPD, el nuevo Centro de Alto Rendimiento (CAR), ubicado en el ala este de la Villa Deportiva Nacional (Videna), está a punto de ser entregado, solo nueve meses después de haberse iniciado su construcción. El CAR de la Videna cuenta con dos gigantescos polideportivos acondicionados para el entrenamiento y la competencia en diecisiete disciplinas, una residencia con capacidad para albergar hasta 400 deportistas y el primer velódromo homologado para la práctica del ciclismo de alta competencia en el país. Toda esta infraestructura no solo servirá para Lima 2019, sino que quedará para que los deportistas nacionales cuenten con las mismas facilidades e instalaciones que sus pares de Colombia, Chile o Brasil —países que nos superan largamente en logros deportivos— ya tienen a su disposición. La realidad del deporte peruano hasta ahora ha sido que muchas federaciones nunca han tenido lugar propio donde entrenar y, por lo tanto, se está aprovechando esta oportunidad para invertir y estar al nivel de competencia sudamericano.
Francisco “Pancho” Boza, presidente del IPD, nos acompañó en la visita y, entre el polvo que todavía levantan los camiones que entran y salen del recinto, dice estar en sintonía con la idea de que los Juegos Panamericanos representan una oportunidad única para la ciudad de Lima. “Cuando nos preparamos para la candidatura, nos dimos cuenta de que muchos no conocían Lima. Pensaban que estaba en altura y que no tenía salida al mar”, afirma.En ese contexto, el titular del IPD reitera que la candidatura a los juegos se concentró en que el evento se necesitaba para el futuro y que se trata de un trabajo de todos los actores involucrados y no solo de la dirigencia deportiva. “Entre el 28 de julio y el 14 de agosto del 2019, Lima va a recibir a casi 200.000 visitantes. Dime, ¿cómo no es eso un asunto de interés nacional?”, me pregunta Boza.
En términos de presupuesto, la gestión de Boza es la que mayor apoyo ha recibido del Gobierno central, y aparte de la infraestructura deportiva, esto se evidencia en algunos moderados logros en el campo deportivo. Hay una nueva generación de deportistas con campeones mundiales juveniles, como Stefano Peschiera en vela y Paolo Yurivilca en judo, y con la participación de cuarenta atletas clasificados a los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nanjing. En ese sentido, el plan del IPD de generar oportunidades de forma descentralizada ha brindado a nuestros deportistas mayores posibilidades de competir a nivel regional y mundial.
CUÁNTO CUESTA Y QUIÉNES SE MOJAN
Aún así, el éxito deportivo y de organización en los juegos del 2019 tiene que ir más allá de la implementación de infraestructura y el apoyo a los deportistas. Con ello en mente, el COP encomendó a una empresa consultora externa la elaboración de un Master Plan que contempla aspectos de organización, ejecución de obras y seguimiento de estas de cara al evento panamericano. Dicha propuesta ha sido elevada al Gobierno central, a nivel de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), para su correspondiente evaluación.
El Master Plan, elaborado por la consultora Ayesa, y al cual tuvimos acceso para este informe, estima que se necesitan 2.000 millones de soles en inversión para los Juegos Panamericanos del 2019. Esta cifra solo contempla la inversión en infraestructura deportiva, es decir, las instalaciones donde se llevarán a cabo las competencias. Dentro de esos 2.000 millones de soles no están comprendidos los gastos necesarios en los que se deberá incurrir por concepto de sponsorship, seguridad, salud, márketing, servicios a personal VIP ni infraestructura hotelera. Tampoco incluye la urgente inversión en desarrollo urbano que Lima requiere para no colapsar frente a la llegada repentina de 200.000 visitantes.
Por el momento, se estima que ese dinero debe salir del Presupuesto General de la República. Otra opción es contar con la participación de las asociaciones público-privadas y los ingresos por publicidad. Como ejemplo, Toronto anunció hace pocos días haber superado la marca de los 100 millones de dólares en publicidad. En cuanto a los 2.000 millones de soles, el IPD y el COP ya cumplieron con la primera parte al enviar la propuesta de inversión a la PCM para trabajar las áreas fundamentales de infraestructura para las 32 disciplinas de los 41 países participantes. Este es otro punto en el que estamos rezagados con respecto a Toronto, pues mientras ellos ya tenían definido un esquema de financiamiento 5 años antes de los juegos (que luego fue modificado y ampliado) el nuestro todavía no ha sido sometido a consideración del ente gubernamental que toma la decisión final: el Ministerio de Economía y Finanzas.
TODOS SOMOS LIMA
Al terminar nuestra visita al CAR de la Videna, y pensando en la necesidad de no generar expectativas falsas, Pancho Boza nos recuerda las diferencias que nos separan de Toronto:
“Ellos están construyendo un monorriel que va del aeropuerto a la ciudad solo para los juegos, pero saben que esa obra va a quedar para el futuro”, comenta.
La mención al monorriel nos hace recordar la reciente polémica suscitada por la propuesta del candidato Luis Castañeda de construir este tipo de transporte desde Comas hasta Surco. A diferencia del monorriel de Castañeda, sin embargo, la idea del denominado Union Pearson Express de Toronto no surgió a raíz de una coyuntura electoral, sino que se trataba de un proyecto que venía con estudios realizados desde 1989 y formalmente solicitado por el Gobierno de la ciudad en el 2001. Los Juegos Panamericanos presentaron la oportunidad para que la inversión necesaria estuviera disponible.
Precisamente, y más allá de la trascendencia deportiva, ejemplos como ese subrayan la importancia de los Juegos Panamericanos del 2019. Un evento deportivo de este tipo es efímero, pues dura apenas dos semanas. Lo más importante, por lo tanto, es utilizar esta oportunidad como una excusa para concretar las ideas y proyectos que ya se vienen trabajando y que son abordables, como, por ejemplo, reactivar determinados barrios deteriorados y tener la posibilidad de acceder a un transporte público eficiente y de calidad. Por eso, la organización de este evento es una tarea cuya responsabilidad debe recaer no solamente sobre los dirigentes deportivos, el Gobierno central o la Municipalidad, sino también en todos los sectores económicos y todos los ciudadanos, que deberíamos ver en Lima 2019 la oportunidad de recuperar una ciudad que hace décadas parece secuestrada por el desgobierno y por el caos.
(Publicado en la edición setiembre 2014 de la Revista Poder)