Un nuevo estudio científico publicado el lunes en el journal especializado Nature Climate Change trae una buena noticia ecológica (algo a lo que ya estamos más que desacostumbrados): a pesar de la continua deforestación en los bosques tropicales del planeta, incluyendo la importantísima hoya del Amazonas, la cantidad total de plantas en la biomasa terrestre está creciendo, en lugar de decrecer. Es decir, el planeta es hoy más verde que hace unos años, no menos.
Los autores del estudio se adelantan a cualquier interpretación excesivamente optimista de su data, y nos dicen que nada de lo anterior significa que se estén por resolver los problemas causados por el cambio climático. Y tienen razón. Pero aún así, sus resultados son sorprendentes.
Para el estudio, los científicos -afiliados con universidades e instituciones australianas- desarrollaron un nuevo método para calcular el volumen de plantas en la biomasa terrestre, basado en las emisiones de radiofrecuencia que ocurren naturalmente desde la superficie del planeta. Estas emisiones están asociadas con la temperatura, la humedad del suelo y la contención de agua por las plantas.
El método les permitió determinar que entre 2003 y 2012, la cantidad de vegetación sobre la Tierra aumentó en unos 4,000 millones de toneladas de carbón (el carbón es el elemento esencial de la materia orgánica y una buena medida de su volumen).
La explicación es relativamente simple: aunque la deforestación de los bosques tropicales ha continuado a un ritmo acelerado, han surgido durante el período de estudio nuevos bosques en otras regiones, por ejemplo gracias a los proyectos de plantado de árboles a gran escala en China, o al desarrollo de nuevos bosques en campos de cultivo abandonados tras la caída del comunismo en Europa del Este y Asia Central.
Las plantas absorben alrededor de un tercio de las emisiones de CO2 vertidas en la atmósfera, y en esa medida, el aumento de la biomasa vegetal sobre la superficie del planeta tiene el potencial de hacer más lento el avance de los efectos del cambio climático.
Pero no de detenerlo, escriben los autores del estudio.