La reducción de la jornada laboral, aunque aún no es un tema de consenso generalizado, parece ser uno de los pocos asuntos en los que los extremos del espectro ideológico y social podrían ponerse de acuerdo. Lo mismo quien mira la realidad desde el marxismo de viejo cuño, como en este Manifiesto por las 4 Horas, y uno de los hombres más ricos del mundo, como el mexicano Carlos Slim, para quien pedir a sus trabajadores tres días por semana parece ser suficiente.
Y es que, visto de cierta manera, este encuentro de extremos tiene cierta lógica. Desde la izquierda, acortar la jornada es una manera de revertir hacia los trabajadores las ganancias de productividad del capitalismo global (que son reales, aunque en el Perú aún tengamos problemas con ellas). Desde el lado opuesto, trabajar menos horas nos hace trabajar mejor, aumentando nuevamente esa misma productividad. Círculo virtuoso.
Lo que quizá sea más inesperado es que la idea esté ganando adeptos en Japón, una sociedad afamada por su dedicación al trabajo excesivo y donde las normas culturales demandan larguísimas jornadas (tanto, que hasta han inventado un término, karoshi, para designar la muerte por estrés laboral).
Pero es cierto. El Financial Times de Londres reporta que un número cada vez mayor de compañías japonesas están buscando maneras de desincentivar el trabajo excesivo, e incentivar el descanso. Ofrecen jornadas más cortas, más días de asueto y vacaciones más largas, en un intento de eliminar el premium cultural puesto hasta ahora en la súper dedicación.
Y el gobierno también está entrando en la liza. La plataforma política del actual Primer Ministro, Shinzo Abe, contempla cambios significativos al mercado laboral, y la relajación de las jornadas es parte de ese proceso. Abe ha propuesto una ley que prohibirá a algunos empleados del sector público trabajar pasadas las 10 de la noche, y requerirá que todos los trabajadores japoneses tomen al menos 5 días de vacaciones pagadas al año, algo que hoy no hacen aunque es uno de sus beneficios legales.
¿Japón se convertirá así en un nuevo paraíso de la relajación laboral? Es dudoso, pero sí es verdad que de esta manera se suma a una tendencia creciente en el mundo desarrollado, donde la reducción de las horas por trabajador es una idea cada vez más aceptable. Falta mucho para que se convierta en el nuevo estándar, como sucedió con las (hoy desvanecidas) ocho horas, pero estaremos atentos.