Ayer, lunes, los ministros de Asuntos Exteriores europeos debatieron la situación de crisis en Libia y la inmigración irregular desde sus costas y la muerte de cientos de inmigrantes en el Mediterráneo.
“Todos compartimos una sensación de frustración”, señaló la encargada de la política exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, cuando un periodista le preguntó ayer por qué había tenido que producirse una muerte en masa en el Mediterráneo para que la comunidad decidiera actuar.
“Tenemos que dar respuestas valientes a las tragedias”, subrayó la italiana, y agregó que no se debe secundar el llamado de los populistas que simplemente quieren enviar de regreso a los fugitivos. “Mandarlos de vuelta solo significa matarlos de otra manera”, afirmó. No obstante, también hizo notar que la UE es una maquinaria grande y compleja, que necesita tiempo para ponerse en movimiento.
La presión política y moral ha sido sin embargo tan grande desde el fin de semana, que Europa se ha movido. La Comisión planteó un plan de 10 puntos, que encontró gran apoyo de los ministros del Exterior y del Interior, según explicó el comisario encargado de los refugiados, Dimitri Avramopoulos.
A mediados de mayo, la Comisión presentará una propuesta para una nueva política migratoria, de la que los 10 puntos son un extracto.
Misión de rescate
Las medidas inmediatas: la misión “Tritón”, de Frontex, habrá de recibir más barcos y más dinero, al igual que un nuevo mandato. Eso implica, de facto, transformarla en una misión de rescate, ya que, según los planes, también debería comenzar pronto a patrullar ante las costas de Libia, para salvar a fugitivos náufragos.
Por su parte, el ministro alemán del Interior, Thomas de Maiziére, habló de redoblar los recursos, pero por el momento el dinero no debería ser el mayor obstáculo. Algo más difícil resultará probablemente poner en práctica su particular cometido: “Debemos destruir los barcos de los traficantes de personas”, dijo el ministro. Para eso se necesitarían militares y la UE podría aprender de la exitosa misión “Atlanta”, llevada a cabo contra la piratería en Somalia. Italia anunció, por lo demás, la intención de efectuar operaciones militares puntuales contra determinadas bandas de traficantes de personas en Libia. Todos los ministros exhortaron a combatir el mal de raíz, es decir, a frenar el éxodo de fugitivos en sus lugares de origen. Pero eso es de momento imposible y también ellos lo saben: la violencia y el caos en Libia escapa a su influencia.
Medidas concretas
Los planes vuelven a ponerse más concretos en lo tocante a la ayuda a los países que acogen en primer lugar a los fugitivos. De Maiziére dijo que deben ser recibidos en forma decente, pero también destacó la necesidad de registrarlos. Avramopoulos propone que en el futuro se les tomen a todos las huellas dactilares. Quienes no tengan derecho a quedarse, han de ser devueltos a sus países, de ser necesario con la ayuda también de estímulos financieros. Además prometió que, en lo sucesivo, los procesos para resolver sobre las solicitudes de asilo han de durar menos de dos meses.
Se espera que haya avances en lo tocante a los fugitivos de guerras, a los que se debe protección de acuerdo con el derecho internacional. En un proyecto piloto, los primeros 5,000 de ellos han de ser repartidos entre diversos países de la UE. Alemania estaría dispuesta a participar en el reasentamiento de hasta 10,000 refugiados, aunque sea una proporción mayor a la que le correspondería. Se trata de un gesto de buena voluntad, para animar a otros a seguir el ejemplo.