Se equivoca el Presidente
Pedro Pablo Kuczynski estaría a punto de cometer el más grave error de su carrera política al indultar a Alberto Fujimori
Escribe: Javier Torres Seoane
En vísperas de cumplir un año en el cargo, el presidente Kuczynski insiste en voltear la página, refiriéndose a la prisión de Alberto Fujimori, el reo más importante del país (y quizá de nuestra historia republicana), dejando nuevamente abierta la puerta a su liberación bajo alguna fórmula legal que complazca a los seguidores del exmandatario. Con cuatro años de gobierno por delante, pareciera que no encuentra otra manera de garantizar un mínimo de gobernabilidad para culminar —con éxito o sin el— su gestión.
Al parecer, el presidente está convencido de que los problemas de su gobierno no tienen que ver con las carencias propias, sino con una mayoría opositora que cada vez que puede amenaza con interpelar y censurar a algún ministro, o con bloquear alguna norma o política promovida por el Poder Ejecutivo.
Sin embargo, si uno revisa bien los debates entre el Gobierno y el fujimorismo, puede constatar que estos no han sido tantos y que votan de la misma manera en el Congreso. Y si bien Jaime Saavedra fue censurado por un capricho de la mayoría opositora, las renuncias de Mariano González y de Martín Vizcarra fueron por errores propios (en el primer caso) y del conjunto del gobierno que arrastró al vicepresidente de la República por la terca insistencia del presidente y de su equipo de defender la construcción del innecesario aeropuerto de Chinchero.
Es cierto que el fujimorismo hace bulla tarde, mañana y noche, sobre todo con las altisonantes declaraciones de tres o cuatro entusiastas congresistas que lanzan acusaciones a diestra y siniestra buscando algún blanco fácil, frente a lo cual el Gobierno no ha sido capaz de definir una estrategia política, más allá del afable humor presidencial y de los buenos modales de un presidente del Consejo de Ministros.
Mientras tanto, en las trincheras de la conflictividad socioambiental la Administración está gozando de una inesperada tregua, en buena medida porque la gran inversión no parece muy interesada en retomar proyectos emblemáticos como Tía María o Conga. Así, esta gestión es la que menos protestas sociales enfrenta desde las épocas de Alberto Fujimori. A diferencia del arequipazo, del baguazo, del aymarazo y del congazo, no hubo necesidad de un chincherazo que sepultara el proyecto, porque el Gobierno lo enterró solo.
En ese sentido, pareciera no haber una crisis de gobernabilidad, pese a que todo el mundo habla de ella. Volviendo al fujimorismo, aunque es evidente que hay sectores en su interior que consideran que esperar cuatro años para llegar al gobierno son demasiados, el entorno de Keiko Fujimori no se ve convencido de tumbarse al Gobierno, sobre todo cuando la economía está paralizada y probablemente la reconstrucción posterior a El Niño costero no será suficiente para reactivarla.
Por todo lo dicho, se equivoca el presidente al insistir en voltear la página en una decisión que no le garantiza que el fujimorismo deje de ser oposición y de ejercer su mayoría en el Congreso. Al contrario, semejante concesión solo les daría más poder a la familia Fujimori y a sus seguidores. Este 28 de julio el presidente Pedro Pablo Kuczynski tiene una excelente oportunidad para proponer una ruta que nos lleve al bicentenario de la República de modo que, antes que voltear la página, comencemos a escribir una nueva, libre de impunidad y corrupción
(Artículo publicado en la Revista PODER, Junio 2017)